En el mundo del arte, la auténtica posición de privilegio no es la del artista, sino la del público. El artista sólo tiene una perspectiva, la que finalmente adopta para su obra. Mientras dura la gestación, el parto y el alumbramiento, se mantiene sordo y ciego para todo lo que no sea esto que anda pariendo, absorto, ensimismado, subjetivo y absoluto. La distancia crítica viene luego, con las semanas, los meses, o tal vez, los años. Si el artista no la consigue con cierta fluidez se ahoga en sí mismo, se repite, se estanca y se muere...